Lunes I – 2 Diciembre
- Is. 2,1-5 “Venid subamos al monte del Señor”
- Mt. 8,5-11 “Vendrán muchos de Oriente y Occidente”
Meditación:
Santa Teresa escribió unas palabras que podrían aplicarse también a nuestro tiempo: "Está tan muerta la fe que creemos más lo que vemos que lo que ella nos dice". La esperanza que nos recuerda el Adviento no puede reducirse a un mero sentimiento. Esperar es confiar. Y confiar es el fruto primero de la fe. En un tiempo de cansancio, como este en que vivimos, se nos pide volver nuestros ojos al Salvador. Y orar confiadamente. La salvación sólo puede venir de él. Si de verdad nos preocupa la suerte de una humanidad dolorida, volveremos nuestros ojos hacia el Señor, implorando su misericordia. El amor se manifiesta en obras. Y también en la seriedad de nuestra oración de intercesión.
Contemplación:
Con mucha frecuencia llevamos a nuestra oración nuestras necesidades y deseos. También nuestros intereses. Hagamos silencio para contemplar la misericordia de Dios. El tiempo de Adviento nos invita a abrir el corazón a la universalidad y a la solidaridad. Nuestra fe no puede tener fronteras. Como no la tenía aquella esperanzada peregrinación de los pueblos que ya soñaba Isaías.
Acción:
Nuestra esperanza puede hoy inspirar nuestra oración por las personas que sufren. Al pensar en las que están lejos de nosotros, no olvidemos a las que viven a nuestro lado. La oración puede sugerirnos compromisos concretos a favor de los que tienen pocas razones para esperar.
PARA USO PRIVADO DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL DE CRISTO SALVADOR.
Los textos de esta sección están inspirados y tomados, intentando respetar los derechos de autor y propiedad de: José-Román Flecha Andrés, Lectio Divina para tiempos fuertes. Adviento: La alegría de la espera, Publicaciones Claretianas, Madrid 2013.
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