miércoles, 3 de julio de 2013

Sí se puede cambiar este mundo




La revuelta iniciada en la plaza de Taksim es un gran movimiento ciudadano
para frenar el autoritarismo neoliberal del gobierno de Erdogan.

¿Por qué una manifestación para salvar un parque de Estambul desata una rebelión ciudadana en toda Turquía? En varias ciudades turcas, ha habido manifestaciones de decenas de miles contra el Gobierno de Erdogan, ferozmente reprimidas. Amnistía Internacional denuncia que podría haber dos mil heridos y al menos dos jóvenes muertos por la brutal represión policial. El motivo inicial era salvar un parque de Estambul contra la especulación del gobierno, pero pronto los manifestantes exigieron la dimisión del primer ministro Erdogan. La revuelta iniciada en la plaza de Taksim es un gran movimiento ciudadano para frenar el autoritarismo neoliberal del gobierno de Erdogan.

En casi todos los países de Europa hay y ha habido multitudinarias protestas ciudadanas contra el vaciado de la democracia y los recortes de derechos. Las movilizaciones no cesan y la rebelión ciudadana brota en otros lugares. Pero acaso sea ya tiempo de avanzar. Además de denunciar, protestar y reivindicar, hay que elaborar programas comunes mínimos. Para un cambio profundo. Es tiempo de coordinación de plataformas, asociaciones y movimientos sociales en un movimiento ciudadano unificado y transformador. Y no solo en una nación. En toda Europa. Para hacer política. No la política tramposa y con cartas marcadas del sistema. Política de valores republicanos. Y difusión de esos valores contra el individualismo, el materialismo zafio y la hegemonía del beneficio como motor principal de la economía.

Es hora de propuestas y programas concretos; de ocupación de zonas de poder; de iniciativas económicas y sociales imaginativas regidas por principios de solidaridad, cooperación y respeto a la Tierra. No para volver a la situación anterior a la crisis. Esa socialdemocracia vergonzante ya no sirve. Con este capitalismo de democracia desinflada, la crisis es el pretexto de la minoría rica dominante para perpetrar el mayor ataque del último siglo contra las clases populares y recuperar el estatuto que esa minoría tenía antes de la segunda mitad del siglo XX. Por eso hay que cambiar esta sociedad a fondo, porque pretenden reducir la ciudadanía a casi nada y, si no cambiamos las cosas de verdad, lo lograrán. Los apaños no valen.

Regresar al bienestar de antes de las hipotecas basura es volver al modelo basado en el crecimiento indiscriminado y la posesión ascendente de bienes materiales. Que supone la explotación de parte de población mundial para que otra más reducida disfrute de un presunto bienestar de tener cosas materiales y cada vez más. Además de que tal modelo agota los recursos naturales y condiciona gravemente la vida de las generaciones venideras.
El objetivo es otro modelo económico, político y social. Justo, equitativo, respetuoso con la naturaleza, no basado en el crecimiento constante e ilimitado y sí en el respeto a los derechos humanos en todas partes y en el respeto a la Tierra.

Y no digan que no es posible, que es utópico. Utopía es lo que hoy no es, pero puede ser. Y será. No hay otra. En mayo de 1886, la clase obrera de Chicago arrancó la jornada laboral de 8 horas tras ser reprimidos, encarcelados y ejecutados. ¿Utópico? Lo lograron.

Es tiempo de coordinación de plataformas, asociaciones y movimientos sociales en un movimiento ciudadano unificado y transformador.

A finales del siglo XIX, algunas mujeres norteamericanas reclamaron el derecho de todas a votar. Desde 1917, se concentraron cada día frente a la Casa Blanca exigiendo el voto. Insultadas, vejadas, reprimidas... y más de 200 activistas, detenidas. Pero en 1919 el Congreso aprobó la ley por la que las mujeres votaban. Vencieron.

En 1930, Gandhi y unas docenas de personas iniciaron una marcha de cuatrocientos kilómetros hasta el mar contra el monopolio británico en el comercio de sal en la India. Al finalizar, eran miles. Y empezó la desobediencia civil que años después llevó a la independencia.

En diciembre de 2010, en Túnez comenzaron las manifestaciones ciudadanas que exigían democracia y derrocaron el gobierno dictatorial de Ben Ali. En Egipto, multitudinarias concentraciones en la plaza de Tahrir derrocaron al dictador Mubarak... 15 M , Occupe Wall Street, ahora Taksim...

Quienes dicen que no se puede hacer nada desconocen la historia. ¿No se acabó con las monarquías absolutas y se formaron repúblicas? ¿No se eliminaron las condiciones infrahumanas de los trabajadores del siglo XIX? ¿El fin del apartheid en Sudáfrica acaso fue imaginación de Mandela? ¿No estaban solos e ignorados aquellos primeros ecologistas de mediados del XX? ¿No avanza América Latina en la eliminación de la pobreza?...

Perseguidos, tachados de locos, de subversivos, encarcelados... Persistieron y han conseguido lo que soñaron o abrieron el camino. Aunque fuera utópico.

Sí se pueden cambiar las cosas. No me digan que no es posible frenar a la dictadura financiera y construir otro mundo decente y justo. Porque sí se puede.

Xavier Caño, periodista y escritor. 
xacata.wordpress.com

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