Domingo III 15 Diciembre
- Is 351-6a.10: “Aquí esta vuestro Dios para salvaros"
- St 5,7-10: “Tened paciencia hasta que el Señor venga”
- Mt 11,2-11: "Dichoso el que no se siente defraudado por mi”.
Meditación:
Santa Teresa de Jesús escribía: "¿Qué esperanza podemos tener de hallar sosiego en otras cosas, pues en las propias no podemos sosegar...?" Las palabras de Jesús nos interpelan. Nadie fuera de Él podrá salvarnos. Ni personas, ni instituciones. Ni líderes ni ideologías. Ni objetos de consumo ni loterías. Solo Él es el Salvador. Ese es el contenido central de nuestra fe y de la nueva evangelización. De todas formas, no olvidemos su palabra: "¡Dichoso aquél que no pierde su confianza en mí!". Muchos desearían un Mesías a la medida de sus gustos, un evangelio que aceptara sus caprichos, una Iglesia que bendijera todas sus decisiones. Para la fe cristiana, es dichoso el que no coloca su propia idea del Mesías por encima y contra la realidad del Mesías Jesús.
Santa Teresa de Jesús escribía: "¿Qué esperanza podemos tener de hallar sosiego en otras cosas, pues en las propias no podemos sosegar...?" Las palabras de Jesús nos interpelan. Nadie fuera de Él podrá salvarnos. Ni personas, ni instituciones. Ni líderes ni ideologías. Ni objetos de consumo ni loterías. Solo Él es el Salvador. Ese es el contenido central de nuestra fe y de la nueva evangelización. De todas formas, no olvidemos su palabra: "¡Dichoso aquél que no pierde su confianza en mí!". Muchos desearían un Mesías a la medida de sus gustos, un evangelio que aceptara sus caprichos, una Iglesia que bendijera todas sus decisiones. Para la fe cristiana, es dichoso el que no coloca su propia idea del Mesías por encima y contra la realidad del Mesías Jesús.
Contemplación:
Entre todas las bienaventuranzas que el evangelio pone en boca de Jesús, ésta es especialmente llamativa: "¡Dichoso aquél que no pierde su confianza en mí!". Contemplemos una vez más su apariencia humilde. Contemplemos su sacrificio. Su pasión y su muerte eran un verdadero escándalo, una piedra de tropiezo. Es dichoso quien supera la tentación de abandonar a Jesús y su evangelio, a Cristo y a su Iglesia.
Acción:
La salvación del hombre no se reduce a la sanación corporal de las persona, pero no pretende ignorarla. Hoy podemos preguntar por los enfermos que conocemos. O tal vez visitar en una residencia a los ancianos que no conocemos todavía. Y no sólo para "distraerlos". Tenemos para ellos las palabras y los gestos de la fe, la esperanza y el amor no, pero ellos no le reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron". El texto añade una precisión importante. Al igual que Juan el Bautista, también Jesús ha de padecer a manos de los que rechazan a los profetas.
PARA USO PRIVADO DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL DE CRISTO SALVADOR.
Los textos de esta sección están inspirados y tomados, intentando respetar los derechos de autor y propiedad de: José-Román Flecha Andrés, Lectio Divina para tiempos fuertes. Adviento: La alegría de la espera, Publicaciones Claretianas, Madrid 2013.
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