El domingo 28 cerramos las Colonias de Infancia y el Campamento de Jóvenes con el día de las familias. Gran día de encuentro, de celebración, de risas, de compartir, de vivir, de cuidarnos los unos a los otros... y de eso se trata.
Las actitudes que los niños y jóvenes han ido trabajando culminaban con la afectividad, la atención y el cuidado. Para eso es necesario abrirse a las necesidades del otro y entrar en comunicación con el otro, conocer sus expectativas, lo que le hace falta, dónde está situado.
Todo el día, en el encuentro con los papás y mamás, en la eucaristía, en la comida compartida, en el juego, en la despedida miramos la actitud de la atención tal como hace el amor que se tienen el Padre, el Hijo y el Espíritu, el Dios trinitario en el que creemos.
Uno de los últimos "cuentos" se narró en la homilía de la Eucaristía... pero aquí lo ponemos en su versión "bonita"
En un artículo de Paulo Coelho se habla de la importancia que tienen los demás, aunque no siempre caigamos en la cuenta de ello. Narra una especie de fábula sobre un pequeño ratón que corre peligro de ser atrapado en la ratonera que ha colocado el dueño de la hacienda. Al descubrirla, el ratón corre rápidamente a alertar a los demás animales: ¡Cuidado con la ratonera! ¡Cuidado con la ratonera! Pero los otros, la gallina, el cerdo y la vaca, no sienten ninguna preocupación, ya que ellos no se ven amenazados. Al no conseguir ninguna solidaridad, el ratón se esconde en su agujero y pasa la noche en vela, lleno de miedo. En la madrugada, se oye un barullo. La ratonera había atrapado algo. La dueña de la hacienda, ha bajado para ver si el ratón había caído en la trampa y, como estaba oscuro, tropieza con la ratonera. En la ratonera había caído una serpiente venenosa que muerde a la mujer y tienen que llevarla al hospital. Cuando la enferma vuelve a casa convaleciente, el marido mata a la gallina para hacerle un buen caldo. Cuando los vecinos acuden a visitar y a felicitar a la mujer por haberse salvado, el hacendado mata el cerdo para ofrecer a todos sus amigos una comida de fiesta. Y cuando la mujer termina de recuperarse, el hacendado mata la vaca para pagar los costes del tratamiento. Mientras, el ratón no deja de pensar: ¿No habría sido mejor si la gallina, el cerdo y la vaca hubiesen comprendido que el problema de uno de nosotros nos pone a todos en peligro?
Necesitamos de los demás y ellos a su vez nos necesitan. ¡Ojalá nunca lo olvidemos!
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