El pueblo judío fue liberado de Egipto por Dios, pero la libertad nunca se conquista de una vez para siempre. Forma parte de un largo proceso. Hay esclavitudes profundas, enraizadas en el mismo corazón del hombre que únicamente pueden ser rotas gracias al poder liberador de Dios. La aparición en nuestra historia de Jesús de Nazaret tuvo la finalidad de crear esta libertad profunda en el corazón del hombre. Esto es lo que se logra en la Pascua cristiana. Si la pascua judía celebraba la libertad de un pueblo de la tiranía de otro, la Pascua cristiana celebra la libertad de todo hombre de cualquier esclavitud y pecado, gracias a Jesucristo
La Pascua cristiana será la prolongación y complemento de la Pascua judía a la que dé su sentido último. En la Pascua cristiana Dios no es ya únicamente un Dios victorioso y liberador, sino además un Dios Padre, amante y misericordioso. Sólo el Amor libera y libera de todo tipo de esclavitudes; la Pascua cristiana es la demostración más clara de ese Amor liberador de Dios Padre: Padre que perdona, que no puede esperar para dar vida en abundancia, y que por Amor llega a entregarnos a su hijo. La Pascua cristiana es el paso del Dios-Amor por nuestras vidas, para rescatarnos del sufrimiento y colmarnos de la alegría de la liberación .
Con el mismo sentimiento festivo y de agradecimiento con que el pueblo judío vivía la Pascua, retomamos hoy aquí las antiguas fórmulas hebreas para celebrar con alegría el PASO de Dios Padre Misericordioso por cada una de nuestras vidas y por la historia de la Iglesia .
El Jueves Santo, a las 16 h. tendremos una catequesis sobre la relación de la Pascua Judía con la Cena del Señor y a las 20,30 rememoraremos como la celebró Jesús con sus discípulos:
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