jueves, 23 de mayo de 2013

Día de los Enfermos de la Parroquia (26/05/13)





El próximo domingo, 26 de mayo, día de la Santísima Trinidad, celebramos el Día del Enfermo en nuestra parroquia. Con este motivo, os invitamos a reflexionar sobre la situación de los enfermos y en su papel dentro de nuestra comunidad parroquial.

Lo primero que salta a la vista es que nuestra sociedad vive de espaldas a la enfermedad. Aunque antes o después llega el dolor a visitarnos y rara es la familia que no cuenta con un enfermo entre sus miembros.

Al principio, todos nos sentimos movidos a compasión. Pero cuando la enfermedad se alarga, comenzamos a sentir al enfermo como alguien que molesta y que complica nuestra vida y, a veces, le negamos o regateamos el cariño, la atención, la compañía y el aliento del que tan necesitado está precisamente en esos momentos. ¿Es necesario decir que, con ello, nos colocamos en una postura inhumana y, sobre todo, anticristiana?

Con ocasión de esta Jornada queremos afirmar que los enfermos no sólo son miembros de pleno derecho de la familia humana y cristiana, sino también personas útiles y necesarias. Ellos nos muestran lo más radical de nuestra condición de seres limitados y encadenados, por nuestra propia naturaleza, al dominio del dolor y de la muerte. Los enfermos nos explican, con su estado, que la salud, siendo muy importante, no es el valor definitivo de nuestras vidas.  En muchos casos, los enfermos son una lección viva de coraje y de esperanza, nos descubren que el hombre es capaz de superar adversidades y, con frecuencia, ganan a los sanos en ternura, entrega y amor. 

Desde la fe, los enfermos nos recuerdan la presencia viva del Señor y nos revelan el sentido del dolor porque Cristo, sufriendo y muriendo por amor, ha dado una respuesta al dolor del hombre. Muchos de ellos se han convertido, para los cristianos, en ejemplos vivos de oración, paciencia, silencio y serenidad de espíritu que tanto escasean en nuestro tiempo. Ellos, en fin, nos interpelan para que busquemos, como lo realmente necesario, no lo inmediato, sino la salud y la salvación que nos vienen por la fe en Jesucristo. 

Por todo ello, como hombres y como cristianos, hemos de valorar el papel que los enfermos juegan en la comunidad humana y cristiana. Debemos luchar con todas nuestras fuerzas para aliviar y disminuir o hacer llevaderos sus dolores. Son de alabar todos los esfuerzos que médicos, enfermeras y demás personas dedicadas a la actividad sanitaria, así como las autoridades que dirigen la sanidad, invierten en mitigar el dolor de sus hermanos.

Nuestra comunidad parroquial debe despertar, tomar conciencia y estar al lado de los enfermos, viendo en ellos un tesoro para la parroquia, visitarlos en sus casas, hospitales o Residencias, preocuparse por su salud, orar por ellos, considerarles como miembros vivos de la comunidad, tratar de que no les falte su conexión con Dios. Y si tienes tiempo disponible, formando parte del Equipo Parroquial de Visitadores de enfermos.

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