sábado, 30 de noviembre de 2013

23. Dada su importancia evangelizadora, ¿no sería necesario un mayor esfuerzo por conocerla, transmitirla y difundirla?



Ciertamente la doctrina social tiene una importancia grande en la evangelización. Por ello es necesario transmitirla y difundirla para que el mensaje social llegue a todos los creyentes y a todas las comunidades cristianas. Juan Pablo II en Centesimus annus, da las gracias a cuantos se han dedicado a su estudio, profundización y divulgación, y sugiere, al mismo tiempo, que esta «conmemoración sea ocasión de un renovado impulso para su estudio, difusión y aplicación en todos los ámbitos» (CA 56).

Hoy existe la convicción de que realmente la doctrina social de la Iglesia constituye un punto de referencia indispensable para una verdadera formación cristiana. En ello ha insistido especialmente el magisterio de la Iglesia, que la propone como fuente inspiradora del apostolado y de la acción social: «Es absolutamente indispensable —sobre todo para los fieles laicos comprometidos de diversos modos en el campo social y político— un conocimiento más exacto de la doctrina social de la Iglesia» (CL 60). Es claro que este patrimonio doctrinal no se transmite ni se enseña, si no se conoce adecuadamente.

Ante todo, la atención a la enseñanza social del magisterio resulta especialmente importante en la formación de los agentes de pastoral. Si queremos caminar hacia una pastoral más social, es necesario que todos los agentes sean buenos conocedores y transmisores de la enseñanza social de la Iglesia. Y al referirnos a los agentes de pastoral, hay que tener en cuenta la afirmación del Vaticano II: «La obra de la evangelización es un deber fundamental del pueblo de Dios» (AG 35). Dentro del pueblo de Dios, la vocación específica a la que Dios llama a cada uno se realiza como laico, religioso, ministerio ordenado. Es decir, los agentes de pastoral pertenecen a alguno de estos tres grupos. Cada uno ha de ejercer la labor pastoral desde la vocación a la que ha sido llamado y desde la tarea encomendada. Desde esta perspectiva, la formación cristiana debe partir de un planteamiento globalizante e integral, que cuide los diferentes aspectos de la persona, que tenga en cuenta la identidad propia de la misma enseñanza social y una acertada metodología de los signos de los tiempos capaz de llegar a la realidad concreta desde una perspectiva crítica, y ha de estar encuadrada en el marco de un proyecto pastoral al servicio de la evangelización. Será necesario, pues, en las comunidades cristianas construir espacios de formación, de diálogo y comunicación, proponer momentos e iniciativas diversificados para distintos grupos y destinatarios, llegar a proyectos e itinerarios formativos de carácter sistemático y crear las estructuras e instituciones pertinentes, como por ejemplo, las escuelas de formación en la doctrina social de la Iglesia.

Otro ámbito de formación cristiana en el que debe estar presente la doctrina social de la Iglesia lo constituye la actividad catequética. La catequesis representa la enseñanza orgánica y sistemática de la doctrina cristiana, cuya finalidad es iniciar a los creyentes en la vida evangélica. Es un servicio, pues, de educación en la fe. De ahí que Juan Pablo II recogiera en Catechesi tradendae, la insistencia de muchos Padres del Sí-nodo para que «el rico patrimonio de la enseñanza social de la Iglesia encuentre su puesto, bajo formas apropiadas, en la formación catequética común de los fíeles» (CT 29). El Compendio de la doctrina social de la Iglesia pide expresamente: «Procurar una presentación integral del Magisterio social, en su historia, en sus contenidos y en sus metodologías» (n. 529). Pero juzga sobre todo importante, «que la enseñanza de la doctrina social se oriente a motivar la acción para evangelizar y humanizar las realidades temporales» (n. 530). De hecho, la enseñanza social es un saber teórico-práctico que sostiene el compromiso social, y la catequesis social ha de apuntar a la formación de personas amantes de la verdad y de la libertad, responsables, comprometidas con la justicia y la paz.

Explícitamente y de una manera amplia, afirma el Compendio: «La doctrina social de la Iglesia debe entrar, como parte integrante, en el camino formativo del fiel laico» (n. 549). Se refiere de forma particular al trabajo de formación realizado en los grupos eclesiales de laicos, que responde a criterios precisos de eclesialidad. La doctrina social de la Iglesia sostiene y alienta el papel de las asociaciones, los movimientos y los grupos laicales comprometidos en los diversos sectores del orden temporal. Es especialmente importante para estos grupos que tienen como objetivo la acción pastoral en el campo social, prestar atención a la doctrina de la Iglesia, porque actúan en la vida pública conforme a su fisonomía eclesial.

Fuente: E. Alburquerque Frutos, Doctrina Social de la Iglesia: 25 preguntas, CCS, Madrid 2011.

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