sábado, 30 de noviembre de 2013

24. ¿La pastoral debe ser pastoral social?



Ciertamente. La acción pastoral tiene siempre una dimensión social, porque la pastoral se dirige al hombre concreto, que vive en una sociedad. Por ello, difundir la doctrina social «constituye una verdadera prioridad pastoral, para que las personas iluminadas por ella, sean capaces de interpretar la realidad de hoy y de buscar caminos apropiados para la acción» (Comp. 7), y debe determinar «la naturaleza, el planteamiento, la estructura y el desarrollo de la pastoral social» (Comp. 524).

La pastoral social es «expresión del ministerio de evangelización social, dirigido a iluminar, estimular y asistir la promoción integral del hombre mediante la praxis de la liberación cristiana, en una perspectiva terrena y trascendente... Es expresión viva y concreta de una Iglesia plenamente consciente de su misión de evangelizar las realidades sociales, económicas, culturales y políticas del mundo» (Comp. 524).

La Iglesia vive en el mundo y cumple su misión de comunicar la buena nueva en la realidad histórica concreta, interactuando con la sociedad y la cultura. En esta tarea, el mensaje social del Evangelio debe orientar a la Iglesia a desarrollar una doble acción pastoral: ayudar a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo a descubrir la verdad y animar el compromiso de los cristianos de testimoniar el Evangelio en el campo social. Por una parte, la doctrina social aporta y señala los criterios fundamentales de la acción pastoral en el campo social: anunciar el Evangelio, confrontar su mensaje con las realidades sociales, proyectarlo al servicio de la renovación de la realidad. Por otra, la pastoral social promueve los contenidos, las orientaciones y las propuestas de la doctrina social para que el Reino de Dios llegue a nuestro mundo.

La atención a la enseñanza social en las comunidades cristianas (en la acción pastoral, en la catequesis, en los procesos de formación, en los grupos eclesiales) significa una sensibilidad nueva y profunda de alcance social y político, que sitúa en el centro los problemas del hombre y del mundo actual. Y significa también un nuevo encuentro de los cristianos con la buena nueva del Reino y una nueva pertenencia a la comunidad cristiana. Es decir, por una parte, es necesaria la sensibilidad humana que es capaz de surgir en todos los hombres para reconocer la injusticia allí donde se cometa y rebelarse contra ella en nombre de la misma dignidad humana. Hoy, con frecuencia, esta conciencia se oscurece dejando desvanecerse la percepción de la dignidad de la persona. Por ello, a los cristianos se nos pide compartir con todos los seres humanos la pasión por la dignidad, por los derechos de todos, por la justicia, por la paz.

Pero, al mismo tiempo, la atención pastoral a la enseñanza social ha de insertarse en el marco más amplio de la evangelización, como un momento de ella, en cuanto profundización y explicitación del anuncio de la salvación. La doctrina social de la Iglesia significa, en realidad, un nuevo anuncio: el anuncio de un Cristo y de un cristianismo encarnado. Por ello, tanto la pastoral como la catequesis social surgen de una renovada pertenencia eclesial, de un sentido más hondo y auténtico de la misión de la Iglesia, llamada a comunicar la redención y liberación de Jesús. Entonces, el lugar que el magisterio social está llamado a ocupar tiene que ser, realmente, suscitar el compromiso por la justicia y la opción por los pobres, como aspectos configuradores de la misión evangelizadora de la Iglesia. Hay Iglesia de Cristo, donde la comunidad cristiana hace presente a Jesús, lo que él hizo y dijo; y hay evangelización cuando se anuncia a los pobres la buena nueva, la justicia y la liberación.

Fuente: E. Alburquerque Frutos, Doctrina Social de la Iglesia: 25 preguntas, CCS, Madrid 2011.

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