viernes, 29 de noviembre de 2013

9. ¿Cuál es el primer documento de la doctrina social de la Iglesia?



La doctrina social de la Iglesia comienza con la encíclica Rerum novarum publicada por el papa León XIII en el año 1891. Se trata de la primera intervención orgánica del magisterio pontificio ante los problemas planteados por la Revolución Industrial. Expone la situación a la que habían llegado los obreros a consecuencia del nuevo régimen económico. Denuncia abiertamente los abusos y la explotación que sufren en aquellos momentos y apuesta por la dignidad humana, superando el primado de la economía y de sus leyes. Su publicación suscitó grandes entusiasmos y encontrados debates.

La encíclica comienza con un análisis de los males de la sociedad capitalista, que el documento atribuye a la abolición de las corporaciones y gremios, a la usura voraz, al monopolio de la producción, de manera que «el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores».

La primera parte es polémica y crítica. El Papa siente la gravedad de la situación, pero rechaza la solución que aporta el socialismo marxista, negando el derecho de propiedad. El trabajo, explica León XIII, es título de propiedad y, por ello, el Papa afirma el derecho a la propiedad privada como «lo más conforme con la naturaleza del hombre y con la pacífica y tranquila convivencia».

En la segunda parte aborda la cuestión de manera expositiva. Afirma, ante todo, que «debe ser respetada la condición humana», es decir, las diferencias que la misma naturaleza establece entre los hombres. Las diferencias en la condición humana no suponen la lucha de las clases sociales. Están llamadas al acuerdo y armonía. Y ello, mediante el cumplimiento de los deberes respectivos.

Los que gobiernan tienen que atender a la defensa de la comunidad y de sus miembros. Y «si la clase patronal oprime a los obreros con cargas injustas o los veja imponiéndoles condiciones ofensivas para la persona y dignidad humana; si se daña la salud con trabajo excesivo, impropio del sexo o de la edad, en todos estos casos deberá intervenir de lleno, dentro de ciertos límites, el vigor y la autoridad de las leyes». Los derechos, sean de quien fueren, han de respetarse inviolablemente. Pero ni el individuo ni la familia han de ser absorbidos por el Estado, que debe velar por la equidad entre las clases y el respeto a los derechos, protegiendo sobre todo a los más pobres.

La encíclica presenta la huelga como un mal grave al que hay que poner remedio públicamente, «porque perjudica no solo a los patronos y a los mismos obreros, sino también al comercio y a los intereses públicos». Trata también sobre la determinación del salario. No basta, dice, el mero contrato por ambas partes. El obrero se ve a veces obligado a aceptar un contrato injusto. Ante tales situaciones declara el Papa: «Si el obrero, obligado por la necesidad... acepta una condición más dura porque la impone el patrono o el empresario, esto es ciertamente soportar una violencia, contra la cual grita la justicia».

Ciertamente, el ambiente social en el que aparece la encíclica no es el actual. Pero Rerum novarum supuso una gran contestación al régimen capitalista y una fuerte concientización social para los católicos. Es el documento de referencia de cuantos se publican posteriormente; muchos se han escrito precisamente para celebrar y conmemorar el aniversario de su publicación, actualizando su enseñanza.

Fuente: E. Alburquerque Frutos, Doctrina Social de la Iglesia: 25 preguntas, CCS, Madrid 2011.

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