jueves, 28 de noviembre de 2013

8. Si es doctrina social de la Iglesia, ¿por qué no se dirige simplemente a los católicos?



Así fue en los principios. Hasta Mater et magistra, las encíclicas de los Papas se dirigían solo a los católicos. Juan XXIII inaugura en Pacem in tenis un nuevo encabezamiento de las mismas, añadiendo entre los destinatarios: «... y a todos los hombres de buena voluntad»; y así se ha seguido haciendo en los documentos posteriores. Se manifiesta pues, claramente, el deseo de la Iglesia de ofrecer su aportación en el campo de la enseñanza social no solo a la comunidad de los fieles, sino a toda la familia humana.

Las razones de fondo las hemos expuesto ya anteriormente, de manera particular al referirnos a la competencia de la Iglesia en el campo social. Pero los mismos documentos de la enseñanza social aluden a ellas. Según Juan XXIII, porque las líneas doctrinales propuestas «brotan de la misma naturaleza de las cosas o proceden casi siempre de la esfera del derecho natural» (PT 157). Es decir, se presentan apelando a la racionalidad humana y a una concepción dinámica del derecho natural. «Por ello sucede con bastante frecuencia que los católicos en la aplicación práctica de estos principios, colaboran de múltiples maneras con los cristianos separados de esta Sede Apostólica o con otros hombres que, aun careciendo por completo de la fe cristiana, obedecen sin embargo a la razón y poseen un recto sentido de la moral natural» (PT 157).

Este espíritu de apertura se manifiesta en el concilio Vaticano II al proclamar la solidaridad profunda con todos los hombres, en cuanto que «los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (GS 1).

Por eso, el Vaticano II «tras haber profundizado en el misterio de la Iglesia, se dirige ahora no solo a los hijos de la Iglesia católica y a cuantos invocan a Cristo, sino a todos los hombres, con el deseo de anunciar a todos cómo entiende la presencia y la acción de la Iglesia en el mundo actual» (GS 2).

Esta actitud de diálogo de la Iglesia ha provocado numerosos cambios en las intervenciones del magisterio; y especialmente, el alargamiento de las perspectivas del discurso pontificio. Ha superado el eurocentrismo del pasado para dirigir la atención a toda la humanidad (cf. especialmente Populorum progressio y Sollicitudo reí socialis, Caritas in veritate, dedicadas al desarrollo de todos los pueblos).

Por otra parte, en la elaboración y en la aplicación del pensamiento social de la Iglesia se ha subrayado el papel de los laicos (cf. Octogésima adveniens, Christifideles laici) y de las comunidades locales. De manera significativa, los últimos documentos se abstienen de indicar conclusiones pastorales precisas, dejando a las comunidades cristianas la tarea y responsabilidad de determinar las opciones concretas.

Fuente: E. Alburquerque Frutos, Doctrina Social de la Iglesia: 25 preguntas, CCS, Madrid 2011.

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