Radiografía de la comunidad
primitiva
No resulta fácil trazar una
radiografía de la comunidad apostólica, tal como aparece en los escritos del
NT. En primer lugar, porque no existe una comunidad, sino una red de
comunidades; no existe un modelo único de vida y organización comunitaria, sino
una pluriformidad, según las circunstancias y los lugares. En segundo lugar,
los autores del NT no pretenden hacer una reflexión sobre la vida comunitaria,
sino que quieren responder sólo a algunos problemas concretos de la vida
comunitaria, sin tratarlos todos. En tercer lugar, los autores del evangelio de
Mateo, de los Hechos de los Apóstoles, de las cartas paulinas, de la carta a
los Hebreos, tienen una experiencia de Cristo sensiblemente distinta unos de
otros, por lo que parten de teologías diversas a la hora de afrontar los
problemas comunitarios y de proponer soluciones. En cuarto lugar, porque
habiendo nacido los textos del NT en contextos diferentes y como respuesta a
cuestiones diversificadas, es difícil casarlos entre sí, obviando, por una
parte las inevitables repeticiones y, por otra, rellenando las lagunas.
Señalada la dificultad, intentaremos, con todo, acabar
el presente artículo con un intento de sistematización de la teología
comunitaria que atraviesa el conjunto de los textos comentados, con la
perspectiva de que nos aporte alguna pauta a tener en cuenta en nuestras
comunidades actuales.
- Carácter
sacramental de la comunidad. "Donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos' afirma Jesús en el evangelio de Mateo.
Jesús garantiza su presencia en la comunidad, si ésta lo es 'en nombre"
suyo. La comunidad cristiana es así el signo sacramental de la continuidad de
la presencia del Resucitado en cada generación. Ello conlleva consecuencias: la
comunidad se compromete a mantener 'la actividad de la fe, el esfuerzo del
amor, y la firme esperanza', en palabras de Pablo. Esa esperanza es confianza
en la Resurrección escatológico, lo que da un sentido nuevo a la vida presente:
un sentido de relatividad e itinerancia.
- Acogida
del Reino. Es esta una actitud individual y, a la vez, comunitaria. Para
entrar en el Reino hay que tener el corazón de un niño, saberse en manos de
Dios. Ello genera una confianza radical en Dios y una dependencia filial de Él,
a la vez que excluye, de la relación comunitaria, considerarse más importante
que otros, o bien evitar altanerías y autosuficiencias frente a los hermanos,
particularmente los más sencillos. Relacionada con esta acogida del Reino, está
la llamada a la santidad, entendida como la integridad de vida en relación con
Dios; y para la mentalidad neo-testamentaria la integridad matrimonial es una
expresión de esa santidad, en el seno de la relación familiar. - Fidelidad al
Evangelio. Las comunidades apostólicas se muestran atentas a mantenerse en
línea con el Evangelio predicado por Jesús. Dado que sus miembros, en el
momento en que se escriben los textos neo-testamentarios, son, en su mayoría,
de segunda generación cristiana, el acceso al Evangelio pasa por la fidelidad a
la tradición cristiana que intentan transmitir los apóstoles y los dirigentes
comunitarios por medio de la enseñanza.
- Unión
fraterna. Es éste uno de los aspectos en que más insisten los autores del
NT, quizá porque es uno de los más difíciles de alcanzar, ya que constituye una
meta permanente de toda comunidad. La unión fraterna se expresa en la
unanimidad, que no significa pensar todos igual, sino en "sentir' con un
solo corazón y una sola alma. La unanimidad se expresa en la búsqueda de un
consenso común, en la armonía comunitaria, en la paz con todos; no porque no
existan disensiones o incluso conflictos, sino porque, más allá del conflicto,
todos se saben igualmente llamados al servicio de un único Cristo. Los autores del
NT expresan esta unanimidad también mediante la fórmula general: obrar bien con
todos y evitar el mal. La unanimidad se expresa en la mutua estima: no sólo se
tolera a los que piensan diferente, sino que se les estima en lo que son y en
lo que hacen y cómo lo hacen.
- Solidaridad.
Este aspecto se halla en dependencia del anterior, pero va más allá. En la
comunidad apostólica sus miembros comparten sus penas y sus alegrías, se
sienten solidarios con las necesidades unos de otros, de manera que comparten lo
que tienen, y se ayudan mutuamente a sobrellevar sus cargas personales y
familiares. De ahí la prevención de algunos autores del NT frente a la
avaricia, que impiden compartir y, por ello, separa de la comunidad. En un
ambiente de persecución, la atención a los hermanos presos es signo de
solidaridad y, a la vez, testimonio de vida cristiana frente a los
hostigadores.
- Hospitalidad.
Es una exhortación que hemos visto repetida. Dado el carácter itinerante de
numerosos misioneros del Evangelio en la edad apostólica, y la comunicación
entre las comunidades mediante el envío de hermanos de unas a otras, la
hospitalidad supone la acogida de esos misioneros y de esos hermanos en las
casas cristianas, supone el escuchar sus enseñanzas y sus noticias, supone el
proveer para la continuación de su viaje, o su regreso a casa. La hospitalidad,
nuestras comunidades supone la acogida de hermanos y de colaboradores, de
jóvenes y destinatarios del Evangelio, de personas de otras razas o culturas
que llaman a nuestras puertas.
- El
respeto, la corrección fraterna y el perdón. Las relaciones fraternas en el
interior de las comunidades apostólicas conocieron también la debilidad y el
conflicto. Por ello, los autores neo-testamentarios, llenos de realismo y de
sentido común, insisten en el respeto hacia los hermanos más débiles en su fe:
evitando por una parte el desprecio y, por otra, el escándalo, es decir aquella
conducta que pueda apartar al hermano la fe en Cristo o de su pertenencia a la
comunidad. La corrección fraterna viene reglamentada en la comunidad mateana:
desde el aviso personal, al comunitario, e incluso llegando a la expulsión,
cuando falta la conversión oportuna. Y es que las primeras comunidades
sintieron fuertemente el sentido de responsabilidad: responsabilidad frente al
impacto que la propia conducta pueda causar en los hermanos más débiles;
responsabilidad frente al hermano que mantiene actitudes no cristianas o no
comunitarias. Como coronamiento de todo ello el perdón ¡limitado, como
expresión del continuado perdón de Dios a todos y cada uno de nosotros.
- La
fracción del pan y la oración. La fracción del pan es el gesto sacramental
de la presencia de Cristo en la comunidad apostólica; una presencia que
sostiene la vida de la comunidad e impulsa hacia la misión. La oración de la
comunidad apostólica es a la vez alabanza e intercesión. Alabanza por la obra
de Dios que se va realizando en la vida de la comunidad y en la de las personas
que la rodean. Intercesión para obtener la perseverancia en la prueba y la
libertad interior necesaria para testimoniar la Resurrección en un ambiente
hostil o indiferente. El fervor de espíritu es el dinamismo que alienta la
oración y la vida comunitaria. La oración apostólica no es ocasional, la
asiduidad en la oración fue una característica de Jesús y de las comunidades
apostólicas.
- Las comunidades de todos los tiempos han conocido el
conflicto intra e inter-comunitario. En autor de Hechos nos presenta el
itinerario que siguió la comunidad apostólica para resolver el importante
conflicto de la aceptación de los no judíos. Su proceder puede resultar
iluminador también para nuestras comunidades: convocación de las diversas
posturas que son invitadas a expresar su punto de vista, reclamo a la praxis
pastoral y a los frutos obtenidos, clarificación teológico del problema,
iluminación desde la Escritura, un mínimo consensuado como punto de
convergencia unánime entre las partes implicadas.
- Respeto
hacia los dirigentes. Este aspecto lo hemos encontrado en la carta a los
Hebreos. El autor invita a los miembros de la comunidad a respetar a los
dirigentes, a imitar su vida y su fe, y a facilitarles la tarea animadora
evitando de ponerles trabas. En las comunidades neo-testamentarias se da
siempre el eje binario comunidad - apóstol (o evangelista). Es esto un aspecto
comunitario importante: no existe comunidad apostólica sin ministerio de
animación comunitaria; es más, los dirigentes de las comunidades continúan e
ministerio apostólico en el tiempo. En la medida que se respeta y se facilita
ese ministerio, se construye comunidad; en la medida que los dirigentes son
modelo de vida y de fe, se construye comunidad.
- Perseverancia
en la tribulación. Los escritos neo-testamentarios nos hablan directa o
indirectamente de la vida de las comunidades que en este momento están
sufriendo persecución por parte de las sinagogas judías o por parte de las
autoridades romanas. El peligro de secesión de miembros poco convencidos de las
comunidades es alto. Por ello hemos encontrado la llamada a la paciencia y a la
perseverancia en la tribulación, o bien la felicitación por esa fidelidad en la
tribulación. En medio de la tribulación, la comunidad apostólica vive la
alegría por la esperanza; una esperanza que, como hemos dicho, relativiza la situación
presente.
- Testimonio
de la Resurrección. Los apóstoles y la comunidad apostólica dan testimonio
de la Resurrección de Cristo mediante signos eficaces. liberando a
endemoniados, curando a enfermos, resucitando a difuntos, hablando con libertad
frente al Sanedrín. La vida comunitaria es ad ¡otra lo que el testimonio
es ad extra. un reflejo de la presencia del Resucitado, del que la
comunidad es sacramento.
- Significatividad
de la comunidad. Las comunidades cristianas, aunque perseguidas por las
autoridades judías o romanas, gozaban de aprecio entre las clases populares:
'eran bien vistos por todos', generaliza el autor de Hechos. Hoy lo decimos con
una expresión más difícil: eran significativas, por su coherencia de vida con
el Evangelio y por el testimonio que daban de él. Significatividad no comporta
automáticamente aceptación, pues no les ahorró obstáculos e incomprensiones, ni
todos quisieron entrar a formar parte de esas comunidades. Fueron simplemente
un 'signo' para mucha gente.
Al final de nuestro recorrido, la comunidad apostólica
nos aparece como sacramento de la presencia del Resucitado, que acoge la
presencia del Reino con un corazón de niño; que vive en continua fidelidad al
Evangelio, con unión fraterna y solidaridad entre sus miembros, acogiendo a los
forasteros, respetando a los débiles, corrigiendo a los caídos, y perdonando a
todos; que se reúne asiduamente para la fracción del pan y para la oración; que
soluciona sus conflictos con el diálogo que busca el consenso; que respeta a
los dirigentes y se mantiene fiel en la tribulación; que testimonia la
Resurrección con signos eficaces que la hacen significativa en su ambiente,
La comunidad apostólica es así casa de comunión en un
mundo dividido y fragmentado, y es para nosotros una escuela de comunión que
nos impulsa a hacer de nuestra vida fraterna, hoy también, un signo sencillo
pero eficaz de la presencia del Resucitado en nuestro mundo.
Trabajo personal y grupal
·
Señalar los rasgos que según el autor identifican a
la comunidad primitiva.
En grupo intentamos señalar aquellos
en que la mayoría estemos de acuerdo para trabajar sobre ellos.
·
De
los rasgos señalados cuales creo que tiene mi comunidad y en que medida los veo
asumidos.
·
Cómo
potenciar los rasgos que consideramos que
tiene ya nuestra comunidad.
·
Cómo
potenciar aquellos que están menos presentes en nuestra comunidad.
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