jueves, 11 de julio de 2013

En Portada viaja a Brasil para retratar el complejo mundo de las favelas



ALICIA G. MONTANO 

En Portada ha viajado al Brasil preolímpico para ver cómo afronta uno de sus principales desafíos: la pacificación de las favelas.

Probablemente lo más difícil del reportaje ha sido luchar contra los estereotipos y vencer la tentación de limitar el campo de trabajo a las favelas vinculadas a la violencia y al narcotráfico. Porque el inmenso mundo de las favelas, -sólo en Río viven más de dos millones de personas-, es mucho más complejo de lo que parece.

El Estado se olvidó de ellos y el narcotráfico ocupó su lugar

Para empezar, a la mayoría de los favelados, les irrita profundamente el término favela: prefieren referirse a la Comunidad. Pero todavía les duele más el estigma que arrastran y que les convierte en potenciales criminales. Es lo primero que te dicen. Y recuerdan que con luchar contra la pobreza ya tienen bastante. Y es que los habitantes de las favelas son de renta baja, trabajadores de origen inmigrante que acabaron viviendo en estos asentamientos de cuyo suelo no son propietarios aunque pueden ocuparlo.

El Estado se olvidó de ellos y el narcotráfico, -el poder paralelo-, ocupó su lugar. Fueron los narcos los que se encargaron de suministrar agua, luz, gas o la conexión a internet de los vecinos. Y ahí siguen, incrustados en las entrañas de muchas favelas y tiranizando a sus moradores a los que exige el pago de impuestos y ante todo, cooperación y silencio.




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